Hola amigos blogueros, curiosos y visitantes que aunque no decís nada vais pasando por aquí, y oye, también hace ilusión …
Hoy me preguntaba con un amigo escritor precisamente esto: ¿Cuánto dejamos de nosotros en cada uno de nuestros personajes?
No son pocos los escritores que afirman que hay que escribir de lo que uno sabe, de lo que se conoce, que es imposible trasmitir un sentimiento que nunca sentiste, un amor que nunca viviste, una pasión que no te erizó los sentidos.
Siempre habrá quien diga: «Claro, y si la novela es de terror ¿qué pasa, que uno sabe lo que es asesinar a alguien?» Pues no te digo que sí, a lo mejor no has matado a nadie pero no te han faltado las ganas de hacerlo y por eso has sabido expresarlo en un papel jajaja ( yo sola me lo cuento y yo sola me lo río, vieron que no necesito a nadie???)
Bueno, a lo que iba que no me quiero dispersar… Yo sí, amigos, yo sí, lo confieso y además sin ningún tipo de pudor. He sufrido y amado como Sampaguita Saleón en Te prometo Sampaguitas, me enamoré de un pelo largo y negro como mi Hefesto en Los pergaminos de Byronia, desde que era una cría he amado la mitología como se puede ver en Tras las huellas de tu piel, me he sentido como pez fuera del agua al llegar a un sitio nuevo donde no encajaba como mi protagonista en Una vida nueva para Meg, y me he sentido poderosamente atraída por un aspecto oscuro y una mirada carismática como mi Hades en La princesa del Tártaro.
Yo es que no sé escribir de otra manera, ni falta que me hace, así me gusta escribir y así es como me siento feliz, da igual de lo que escriba, el argumento, la ambientación, el estilo, la voz…todos y cada uno de los personajes llevan algo de mí, de lo que yo he vivido, de lo que he sentido, de lo que pienso…
En realidad creo que a todos nos pasa lo mismo. Sé perfectamente que es un acto de arrogancia dar por hecho que lo que tu sientes o piensas es lo que siente o piensa todo el mundo, pero… ¿qué queréis que os diga? Cuando leo una novela de humor no puedo dejar de pensar que el escritor tiene que ser un tipo divertido, o por lo menos esa es una de las facetas de su personalidad.
Por ejemplo, cuando leí a Cándido Macarro en una de sus novelas de humor pensé que era graciosísimo y mira por donde no me equivoqué. Cuando leí a Sadire con su novela chick tuve claro que ella era divertida pero con carácter como la chica de su argumento, y cuando leí a Agatha ( Iris Montes) pensé que era una chica llena de pasión y entusiasmo… es lo natural, nadie se imagina a Stephen King haciendo un chiste, te lo imaginas contándote algo intrigante.
Y nada más por hoy, amigos y compañeros, solo que dejaros esta reflexión y si alguien quiere contarme, escucharé otras opiniones encantada.
Que disfrutéis de vuestro lunes y no olvidéis que la semana volverá a pasar como siempre hasta llegar al viernes y ser libres de nuevo.
Nota: Os recuerdo que tenéis mi novela LA PRINCESA DEL TÁRTARO en el séptimo lugar de los más vendidos de fantasía urbana. Os la dejo por si alguien le quiere dar una lectura a sus primeras páginas.
Otras entradas: